Mediante la dieta del pH se pueden localizar varios de los síntomas que acidifican nuestro organismo y aprender qué debemos hacer para cuidar y mejorar el cuerpo físico. Ahora bien, el camino no estará completo hasta se aprende a cuidar del alma, la mente y el corazón.
Para que el cuerpo se esté en equilibrio, es necesario encontrar calma mental, emocional y espiritual. Eres lo que comes y bebes, pero también lo que piensas. Estar dominado por emociones negativas contribuye a tener un cuerpo ácido.
Además, cuando tenemos pensamientos negativos repetitivos, solemos desatender la alimentación, comiendo de manera ansiosa y descontrolada. Este tipo de nutrición inconsciente suele compensar de manera temporal nuestros vacíos emocionales.
Al comer de manera impulsiva, se suele sobrecargar el cuerpo de productos altamente acidificantes, como azúcares, harinas refinadas y alcohol. Estos productos nos hacen sentir bien en el momento de la ingestión, ya que son buenos generadores de dopamina, olvidando durante unos instantes nuestros problemas emocionales. Pero después, cuando ha pasado el efecto “anestésico”, nuestras emociones negativas vuelven aún con más fuerza, lo que crea un círculo vicioso.
Romper la cadena de pensamientos y emociones acidificantes es de vital importancia, si buscamos la paz interior:
- La relación de la mente sobre el cuerpo está bien clara. Del mismo modo que las enfermedades físicas influyen en nuestro estado de ánimo y nos provocan temor, miedo o preocupación, muchos problemas psicológicos provocan síntomas físicos.
- La ansiedad, el estrés y la depresión actúan sobre muchas hormonas, provocando cambios en nuestro organismo, que nos hacen más sensibles al dolor e influyen en múltiples enfermedades. Un ejemplo serían los estudios que relacionan el estrés con el cáncer. En este sentido, se ha demostrado que el estrés puede influir tanto en el origen como en el curso de la enfermedad. Del mismo modo, se ha demostrado que las personas que padecen depresión presentan una debilitación del sistema inmunológico o de defensa, con lo que pueden enfermar con más facilidad o bien les puede ser más difícil recuperarse de ciertas dolencias.
- Cuando la relación mente-cuerpo se ve alterada debido a emociones desagradables, sentimientos negativos, modificaciones del ciclo vital o situaciones de alto impacto emocional, las cuales producen estrés, éstas pueden presentarse en forma de síntomas o enfermedades físicas.
Nuestros pensamientos y emociones pueden alterar el equilibrio, igual que pueden hacerlo los retos físicos más exigentes, conduciendo a un exceso de acidez.
David R Hawkins, 1927- 2012, doctor en Medicina y Filosofía, reconocido como investigador pionero en el campo de la conciencia, valora a nivel energético las emociones en una escala de 1 a 1000
- Emociones ácidas destructivas.
- Vergüenza 20
- Culpa 30
- Apatía 50
- Pena 75
- Miedo 100
- Enfado 150,
- Orgullo 175
- Coraje 200
- Neutralidad (ausencia de juicio) 250
- Emociones alcalinas constructivas.
- Voluntad 310,
- Aceptación 350
- Razón 400
- Amor 500,
- Paz 600,
- Iluminación 800
Hormonas y estrés.
Desde un punto de vista físico podemos observar que, cuando el organismo es sometido a una situación estresante, se produce la activación de una serie de mecanismos que tienen como objetivo elevar rápidamente los recursos disponibles para aumentar las posibilidades de supervivencia o éxito a corto plazo. Sin embargo, a medio y largo plazo, diversos estudios han subrayado la relación directa entre el estrés y múltiples problemas de salud, como cardiopatías, depresión o diabetes. Las dos hormonas principales relacionadas con el estrés son el cortisol y la adrenalina, que son liberadas por las glándulas suprarrenales, localizadas en la parte superior de los riñones:
La hormona del estrés - Cortisol
El cortisol (más conocido como "la hormona del estrés") pausa o ralentiza temporalmente las funciones de reparación y renovación de los tejidos, modificando el metabolismo de hidratos de carbono, proteínas y grasas. Su función fundamental es la de proveer rápidamente de energía extra al organismo ante una situación de emergencia, y lo hace liberando grandes cantidades de glucosa en la sangre. Además, disminuye la actividad de otras funciones corporales, como el sistema inmunológico, la digestión o el crecimiento, para aumentar los recursos disponibles.
La adrenalina
La adrenalina produce un aumento del ritmo cardíaco y la respiración, estrecha los vasos sanguíneos, aumenta la velocidad con que circula la sangre y dilata los bronquios, aumentando la entrada de oxígeno en el organismo. Además, esta hormona disminuye la irrigación sanguínea cerca de la piel y en el sistema digestivo, con objeto de aumentar la energía disponible en los músculos. La adrenalina constituye un elemento decisivo del mecanismo de “lucha o huida” del sistema nervioso simpático.
La dopamina
La dopamina es conocida popularmente por ser el neurotransmisor encargado de las sensaciones placenteras. Sin embargo, también participa en la toma de decisiones, la regulación del aprendizaje o la memoria y la coordinación muscular. Ante una situación de estrés agudo o puntual, el organismo reacciona liberando dopamina. Sin embargo, según un estudio publicado en la revista Nature, cuando éste se prolonga demasiado en el tiempo o se hace crónico, se ve afectada esta función de producción de la hormona, lo que puede acabar provocando depresión, al reducirse la capacidad de sentir placer o de disfrutar de la vida del individuo.
Pensar en términos de alcalinidad
Aquí tienes algunos consejos que reducen la carga de estrés, y por lo tanto reducen la acidez corporal:
1. Evita el estrés emocional innecesario en tu vida, como mínimo intenta ser consciente que eres tú quien elige la cantidad de estrés, e intenta minimizar su afectación en tu vida.
2. Intenta actuar antes que afrontar. Aunque sea solo durante un momento, contempla las situaciones con las que te enfrentas sin juzgarlas subjetivamente y libre de sentimientos negativos.
3. Permanece en el presente todo lo que sea posible, ya que el pasado no existe y el futuro es meramente especulativo.
4. No te pares “recreándote” en pensamientos o emociones negativas.
5. No te culpes si te equivocas. Perdónate y sigue el camino.
6. Descubre la asociación de tus emociones con tus hábitos alimenticios. La comida no tiene que ser un mecanismo de compensación de emociones.
7. Descansa lo necesario. Un buen sueño es necesario para un metabolismo normal.
8. Busca recompensas más allá de la comida
9. Cree en ti mismo.
10. Expresa tus emociones.
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Redacción Instituto Draco
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